sábado, 29 de septiembre de 2012

Los roles de género. Desmontando mitos

Sin querer entrar a profundizar sobre una cuestión tan complicada y discutida como la del género, por temor a las susceptibilidades que puede provocar la simple mención del término, durante las semanas pasadas se llegó a un descubrimiento arqueológico y paleoantropológico de calado fundamental dentro de todo el proceso evolutivo de la especie humana y de enorme repercusión mediática, algo que resulta todavía más sorprendente dadas las últimas preferencias de los consejos editoriales de los grandes medios de comunicación. La cuestión, en definitiva, sin dejarnos llevar por la emoción o la perplejidad ante el hallazgo es la siguiente: los neandertales se decoraban con plumas. De hecho, en algún titular (en concreto el redactado para El Mundo en su edición digital del 17 de septiembre de 2012), aunque con cierto entrecomillado, se afirmaba sin miramientos que la intención de dicha práctica era la de “ponerse guapos”. De nuevo, el CSIC había sabido captar con sabia precisión la atención informativa ante un hecho, en principio, estúpido (¿A quién le interesa que los neandertales se sientan más guapos vistiéndose con plumas?)

Antes de seguir el comentario en torno al descubrimiento del siglo hemos de establecer unas precisiones. No quiero que nadie confunda sexo con género. Este texto es estrictamente sobre género. Así que invito a que abandone la lectura tan pronto como pueda quién busque deliberadamente sexo en mis palabras. El sexo es una atribución fisiológica que nos permite distinguir al menos a machos de hembras sin obviar otras posibilidades que pueden darse. Por su parte, la sexualidad es el uso que hacemos del sexo. Por último, el género, término estrictamente cultural, hace referencia a las implicaciones sociales derivadas tanto del sexo como de la sexualidad y es a lo que vamos a referirnos aún a sabiendas de la importante pérdida de público y lectores en este mismo instante.

Son varios los puntos que podría destacar en torno a la noticia a la que he hecho referencia más arriba sobre la pluma de los neandertales. En primer lugar, esa insistencia de la sociedad occidental de asemejar el adorno corporal con el género femenino cuando una simple comparación multicultural demuestra bien a las claras que esa manía casi enfermiza por la decoración y el adorno corporal es una atribución muy masculina. De hecho, sólo hace falta mirar a nuestros gloriosos y valerosos ejércitos engalanados hasta lo irrisorio, llenos de corchetes, galones y medallas, todas muy doradas y muy llamativas. Los mejores uniformes se recargan de plumas de vivos colores y formas exquisitas destinadas a realzar el talle de nuestros aguerridos soldados y guerreros. Eso sin hacer referencia a las numerosas documentaciones visuales tomadas por antropólogos y etnógrafos. Enseguida se nos viene a la mente a esos indígenas recargados y llenos de plumas y estridentes tocados, totalmente incómodos y difíciles, más aptos para la pura ostentación que para cualquier otra actividad que implique un mínimo de movimientos.

Primera conclusión desmontadora de algunos de nuestros principales mitos: la decoración y el adorno es algo masculino.

Otro aspecto a destacar son las plumas empleadas. O más bien, el animal que era propietario de esa pluma antes de ser abatido por el neandertal deseoso de mejorar su imagen. Según el estudio, entre las plumas usadas predominan las de pájaros como el quebrantahuesos, el milano real o el buitre leonado. No se hace referencia en el estudio a cuestiones estilísticas. Sin embargo, yo voy a insistir en una idea. Evidentemente, el plumaje de estas especies destaca por sus tonos predominantemente oscuros. Esto nos habla de la elegancia intrínseca en el gusto neandertal porque todos sabemos que los tonos elegantes y que estilizan la figura son los oscuros. El neandertal, consciente de su robusto esqueleto, empleaba plumajes negros para atenuar su rotunda figura.

Segunda conclusión estilística respecto a la universalidad e intemporalidad de las tendencias en moda: de nuevo la ciencia nos habla de la “humanidad” del neandertal. No sólo cabe la posibilidad de que fuese el autor material del arte rupestre, sino que encima nos demuestra su gusto a la hora de combinar los colores y hacer uso de ellos.

En definitiva, gloria y loor a la ciencia española.


Luis Pérez Armiño




jueves, 27 de septiembre de 2012

Erwin Wurm y la escultura efímera


Haus auf dem MUMOK (Viena, Austria), de Erwin Wurm
Fotografía:
 stopmangohome - Fuente
La imagen icónica de un coche saciado, hinchado y abotargado, de vivos colores, nos puede resultar chocante. Incluso tiene un cierto tono humorístico que nos lleva a dibujar una sonrisa irónica en nuestro rostro ante su mera contemplación. Esa sorpresa se agudiza ante el quejido herrumbroso de la amorfa máquina. Esta podría ser la descripción de cualquiera de los Fat Cars de Erwin Wurm, uno de los creadores más actuales del panorama artístico austriaco y uno de los más innovadores y transgresores escultures de nuestro tiempo. Su extensa, prolífica y sorprendente producción explora los vericuetos del lenguaje artístico para tratar de arrojar luz sobre los más variados interrogantes que puede plantearse el espectador ante cualquiera de sus esculturas, de sus fotografías y vídeos, de sus creaciones fugaces e instantáneas. Parece casi imposible conjugar escultura y momentaneidad; sin embargo, Wurm explora ambos conceptos mediante la aplicación de lo que él mismo denomina “escultura performativa”.


Erwin Wurm
Fotografía: Manfred Kuzel - Fuente
Una de sus experimentaciones más exitosas han sido las “esculturas de un minuto”. En ellas resume todo el proceso transgresor del arte contemporáneo, superando los propios límites de una técnica tan clásica como la escultura mediante la integración en un breve momento, en un espacio de tiempo ínfimo, de la propia obra con el espectador, el autor, el espacio… Todos los componentes clásicos de la técnica escultórica se resumen y se concentran en estas “esculturas de un minuto” cuyo único momento para la posteridad quedará documentado mediante la bidimensionalidad de una fotografía o la secuencia grabada de un vídeo. En estos “monumentos de lo absurdo” el autor invita al espectador a convertirse en protagonista, ser estatua y formar parte del arte sacralizado por los espacios y los tiempos. Mediante unas instrucciones concisas y una serie de objetos habituales, cotidianos, Erwin Wurm solicita la participación del público invitándole a manipular esos objetos, mediante su aplicación absurda, algo habitual pero irreal, en posturas imposibles y desequilibradas, imposibles de mantener temporalmente. El único recuerdo de la escultura será la fotografía, el instante captado por la cámara.
Esa irónica visión no podía más que describir con absoluta franqueza las incongruencias de la actual sociedad de consumo, ahogada en sus propias necedades y sometida a sus propios excesos. Sus Fat Cars exponen mejor que muchas otras esculturas esta idea, a través del mensaje representativo del coche como símbolo básico de la opulencia de la sociedad occidental, sujeto a la deformación de la vanidad sin límites y la constante necesidad de lo superfluo.
Búnker (1987), Erwin Wurm
Fotografía: Kamahele - Fuente
Quizás pueda entreverse en toda su producción una larga herencia. Formado académicamente en los años ochenta del siglo pasado, cuando el arte conceptual triunfaba en los mercados centroeuropeos y la performance, el body art y muchas otras vanguardias que habían acabado con los tradicionales límites técnicos del arte hacían furor en lo más innovador en creación artística. Erwin Wurm se reconoce como artista conceptual que ha decidido experimentar hasta puntos insospechados algo tan clásico, tan estético y tan propio de la historia del arte, como es la escultura. En su obra, plena de humor, de lo absurdo, de una ironía cínica que propugna la risa e, incluso, lo ridículo como uno de los principales vehículos para comprender el mundo, ha decidido convertir su experimentación escultórica en una forma peculiar de observar la naturaleza a través de sus múltiples realidades y sus infinitas posibilidades. En una entrevista para El Tiempo concedida a David Guerrero, Wurm consideraba lo efímero de su escultura como una conexión con nuestro tiempo actual, tan instantáneo y tan fugaz.
Como escribía hace relativamente poco Antonio Campos, del colectivo artístico Arte en Red, Wurm, en “sus esculturas que presentan indefinido lo definido, blando lo sólido, que presentan como anecdótico lo que hemos asumido como axiomático…, a fin de cuentas, en su obra se deshace lo hecho para así poder replantearse el significado de todas las formas establecidas y profundizar, de este modo, en el significado de todo lo que nos rodea”.
 
Luis Pérez Armiño
 
 

La despiadada hidra

He visto un reportaje que me ha hecho reflexionar sobre un tema de gran calado social y al que no se le da, por lo menos desde las instituciones, la importancia que se debiera. El reportaje en cuestión habla de un nuevo método de adelgazamiento basado en el Mango Africano. Parece ser que con este método se pierden unos doce kilos en un mes.

El reclamo que utilizaron fue una, menos que más, conocida reportera que presumía de escéptica ante el milagroso producto y que se prestaba como conejillo de indias para descubrir el fraude. Una vez catado el producto cambió de opinión, dando la razón a los fabricantes del mejunje. El resultado del Mango Africano, según atestigua, fue espectacular y a pesar de haberse quedado en los huesos, como ella misma aseguró, piensa seguir tomándolo. ¿Para qué?, me pregunto yo. Conocen tan bien el poder de la desesperación del obeso que ni siquiera se esfuerzan en hacer creíble la mentira.

El Mango Africano te lo presentan como un producto increíble que te hace perder tejido adiposo a un ritmo cuatro veces mayor que haciendo dieta y ejercicio, en un mismo periodo de tiempo. Además, te aumenta la energía y potencia los aminoácidos. Es decir, si tú tomas Mango Africano y lo combinas con café estimularás la pérdida de peso y aumentarás la energía, acelerarás el metabolismo y tu cuerpo quemará calorías con mayor eficiencia. ¡Vamos!, lo que necesita oír una chica de quince años, por poner un ejemplo, que está obsesionada con su peso.

No sé que quienes me parecen más crueles, los que jueguen con los traumas y complejos de la personas para enriquecerse, o aquellos que deben de perseguir y castigar el fraude y no hacen absolutamente nada por evitarlo. No soy dietista, pero puedo asegurar que no hay dieta milagrosa que no te dañe. Por gracia o desgracia, no hay mejor régimen que rebajar la cantidad de alimentos que consumimos, sobre todo los que contienen altas cantidades de grasas, y aumentar la actividad física. Es muy importante, en este proceso, tener fuerza de voluntad, paciencia y constancia, no hay más milagro.

Si aun así, te empeñas en hacer una dieta milagrosa, por lo menos ponte en manos de un especialista. La mayoría de estas dietas atentan contra la salud y en muchos de los casos no se consigue los resultados esperados, en otros tantos se acaba siendo víctima de nuestra propia obsesión. En la mejor de las previsiones habrás pagado la intemerata por un placebo.

Tenemos un grave problema en la sociedad con el canon de belleza, tan simple que, o eres delgado, o eres un marginal. Este problema no se ha atajado en su momento y ahora es difícil controlarlo, es más, los casos de anorexia y bulimia, cada vez con mayor frecuencia, se dan en edades más tempranas ¿Tan difícil es que se vigilen las publicidades engañosas? 

Otro asunto que mi mente no llega a entender es la actitud de todos estos actores, artistas y demás gente famosa. Personas del ámbito público que ofrecen su tirón mediático, por un puñado de euros, a cambio de anunciar productos mágicos. Me gustaría que si algún día las autoridades se ponen a trabajar y se demuestra el fraude de todos estos productos, se les aplique tanto a anunciadores como a anunciantes la ley con todo el rigor posible. Alguien debería de enseñarles que la dignidad no se vende y que infligen un cuantioso daño a un gran sector de la población al prometerles que tal producto les dejará el cuerpo como ellos lo tienen. Aunque parezca un absurdo, hay muchas personas poseídas por su obsesión que solo escuchan lo que quieren oir, por descabellado que el mensaje sea.


lunes, 24 de septiembre de 2012

Llegó la noche



Por fin llegó el viajero, después de tanta espera. Este último viaje había sido especialmente largo así que se le esperaba con una mayor intensidad. Siempre era bien recibido y como mensajero de su tierra le esperaban curiosos y muy excitados por las nuevas que podría traer.
-¿Dime, viejo, qué nuevas contáis?, ¿Qué acontece por los mundos y qué debemos conocer?-. Se interesaron sus paisanos.
-Hermanos,- dijo el viejo, –hoy le he visto la cara al diablo y me ha enseñado el futuro. ¡Disfrutad mientras podáis!, pues el final ronda cerca. Quizás no imaginemos su malévola intención, pues como humanos que somos y por mucha maldad que cometamos no somos dignos del Maestro- Tomó resuello y continuó, con el horror pintado en su rostro- En breve vamos a conocer lo que es maldición, pues si el hombre se guía por intencionalidad, la palabra la inventó quien nos la va a aplicar.
Sorprendidos ante el jarro de agua fría que les había arrojado el viejo en su discurso preguntaron inquietos  y con esa naturaleza tan humana que niega la tragedia.
-¿Tan grave es la situación?, viejo  ¿Por qué debemos de hacerte caso? Nos incomodas con esas palabras que quizás sean erróneas.
-Haced lo que creáis justo y debáis -contestó el  viejo exaltado-, pero recordad que cuando las noticias han sido propicias siempre os habéis parado a escucharlas. En cuanto son adversas os amparáis en la ignorancia para justificar el miedo. Poniendo una venda en los ojos no se mitiga el problema, simplemente no lo veréis llegar y ese sería un error, os privaría de estar preparados para lo que ha de acontecer. Tened en cuenta que nunca he errado y se cumplirá lo que vaticino. Lo mismo da lo que opinéis, así pues pensad con justicia o insensatamente, que de esta no escapáis. Lo único que me duele es vuestro insulto hacia mí. Solo las buenas noticias son dignas de vuestra atención. Ese miedo ignorante es dañino-.
El desasosiego era evidente, mas ninguno de los presentes quería creer en lo peor. Buscaban una palabra del viejo que aliviara la tensión, por si entre todo este ceremonial de muerte se escondiese una solución. Negaban que el fin estuviese tan cerca, pues no había lógica para pensar que eso hubiese de suceder.
-Viejo, alguna vez habrás de equivocarte. Alguna vez habrás de errar en tus pronósticos. Quieran los dioses que sea esta vez cuando no aciertes, pues nuestra vida, por lo que argumentas, va en ello-
Cansado ya el viejo de repetir el mismo sermón, se limitó a decir:
-Hemos sido malvados y ahora lo tenemos que pagar. Esas armas que hemos utilizados contra los seres inferiores se volverán contra nosotros, pero utilizadas de forma magistral. Vamos a ser aleccionados en nuestra propia  vanidad y ahí nos daremos cuenta de lo frágiles que resultamos los humanos. Preparaos para lo que ha de llegar y afrontarlo con dignidad, pues hagáis lo que hagáis no se puede cambiar lo que ya está escrito. Esa es la voluntad de los dioses y se ha de cumplir.
               No hubo fallo en la predicción y poco después sobrevino la oscuridad. Fueron días movidos para el barquero del Aqueronte, aquel que le dicen Caronte. La intención humana no es suficiente para superar al que dio el nombre a la palabra maldad. No hubo piedad ni para los niños, pues por eso se define el mal. Tan solo, a modo de muestra, un pequeño brote verde quedó sin arrasar. Señalando el lugar donde una vez hubo vida, ahora solo esterilidad.

                 El humano sigue creyendo lo que quiere y le cuesta afrontar su realidad. Siempre intentando luchar contra el destino, jugando a ser divinidad. Es posible que sea porque el bien más preciado que tiene un hombre es su vida y desprenderse de ella nunca es fácil. Pero hay cosas con las que no se puede luchar.

Atribuido a Licurgo de Platea  (personaje ficticio de El ostracismo de Caronte)


¿Habrá rescate esta semana, o será la próxima?

Empezamos una semana complicada, y mucho. Seguramente se hará público el rescate de España, un rescate que arrastrará a Italia, en poco tiempo, a la misma situación. Con Grecia, Portugal, Irlanda, Chipre, España e Italia mordiendo el polvo, está claro que algo no se ha hecho bien en esta Europa. Como dijo ayer Luis en su artículo, la dicotomía norte-sur en la Unión Europea queda bien diferenciada con los países mediterráneos, empobrecidos y arruinados, por un lado, y los países del norte de Europa, donde la crisis financiera no ha golpeado tan fuerte y además van a salir favorecidos de la miseria que se ha creado en el sur.


Está claro que España no va a poder afrontar los intereses de su deuda, que cada vez es más desorbitada. Ese dinero que se ha dado a la empresa privada y los desmanes de ciertas comunidades y ayuntamientos, definitivamente nos han condenado. Ya nadie es intocable, y cuando digo esto me refiero, a los trabajadores y en concreto a los funcionarios, está claro que los pudientes no están en la punta de mira del Gobierno. Estoy seguro, muy seguro, de que a los empleados públicos se les volverá a “tocar” el sueldo y habrá un empeoramiento de la calidad en el trabajo. No tan seguro estoy sobre el tema de despidos entre el funcionariado, pero no lo descarto en absoluto.

España se hunde, pero todavía no somos conscientes de hasta que punto es grave la situación. Lo más parecido que se me ocurre es lo que pasó en la Argentina de los años 1999-2002. Pero estando en la zona euro no sé hasta qué punto podemos devaluar la moneda o restructurar la deuda. Dicho de otra forma más clara, al revés de lo que hizo Argentina, España no tendrá capacidad de elección y deberá atenerse a lo que se dictamine desde Bruselas. Es decir, la recuperación en España será mucho más lenta, mucho más dolorosa y con unas repercusiones en la población mucho más graves.

Bueno, veremos a ver lo que pasa y que Dios nos pille confesados.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Carta a la Serenísima República de San Marino



Estimados Sres. Capitanes Regentes, los que corresponda, de la Serenísima República de San Marino:

En primer lugar espero que disculpen toda omisión a una posible presentación de mi persona. Considero que la firma de esta misiva es motivo suficiente para darme a conocer ante Uds. y así poder exponerles mi petición que, a continuación, procedo a relatar haciendo hincapié en las causas que me llevan a la postulación que vengo a reclamar, si tienen a bien, de su parte.

Exposición de motivos

Podría afirmar con toda seguridad que Europa vive una época de angustia sombría y de futuro incierto. Lo poco que mi corto entendimiento me deja entrever en toda esta cuestión agobiante de la crisis es que existe una serie de países deudores frente a otros países acreedores. Es decir, la tradicional dicotomía Norte – Sur que puede observarse a nivel mundial, con algunas excepciones, se ha reproducido a escala continental en nuestra vieja tierra europea. Así, distinguimos un sur pobre en torno al eje mediterráneo frente a los países del norte continental que, pese a algunas tribulaciones, han sabido mantenerse en pie frente a los envites financieros y especulativos (en parte porque muchos de estos ataques provienen y tienen su sede en estos mismos países). La consecuencia lógica y fatal del asunto es un auge de nacionalismos excluyentes que tienden a una progresiva radicalización. En este sentido, me voy a atrever a citar a Arthur Schopenhauer cuando afirmaba, con gran razón y cordura, aquello de:

Todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, de vanagloriarse de la nación a que pertenece por casualidad

En este momento, creo conveniente dejar constancia de mi más profundo temor, un miedo casi atávico, a todo aquello que signifique nación, patria o nacionalismo. Sea éste centrípeto o centrífugo, periférico o céntrico, excluyente o incluyente; cualquier forma de nacionalismo y/o regionalismo barato, inculto, soez, miserable, ruin e ignorante hasta la saciedad, basado en la superstición más execrable y condenable, me produce un fuerte rechazo.

En este punto, quizás conviene que les ponga sobre aviso en torno a un particular muy propio del gusto hispánico. Hace ya tiempo que Miguel de Unamuno consideraba lo siguiente:

El nacionalismo es la chifladura de exaltados echados a perder por indigestiones de mala historia

Y es que precisamente en nuestro querido país, o Estado, o como quieran titularlo, abunda este tipo de intelectualoides que sabiéndose poco se vienen a más y creen que han desentrañar los secretos de una historia que únicamente ellos son capaces de leer en antiguos legajos y en extrañas piedras cuyas caracteres y grafías ya se han borrado al mismo sol que luce para todos, los de aquí y los de allá. Y evidentemente, en estos tiempos de incertidumbres, lo básico, entendido en lo elemental y peyorativo del término, es tratar de disfrazar y edulcorar crisis económicas y pésimas gestiones públicas y políticas escondiéndolas bajo las alfombras relucientes de unos nacionalismos y regionalismos arcaicos, desfasados, excluyentes y sin sentido (Insisto, me refiero a todos: centrípetos y centrífugos). Sin duda, cuando dentro de siglos se estudie con algo más de rigor nuestro momento histórico, los futuros investigadores se llevarán las manos a la cabeza y no podrán dejar de exasperarse ante la estupidez desplegada por unos y otros en nombre de banderas, países y regiones que si alguna vez existieron, en la actualidad duermen el sueño de los justos.

Por eso, expongo y solicito:

Excelentísimos Sres. Capitanes Regentes de la Serenísima República de San Marino: ruego que consideren mi solicitud de asilo en su pequeño pero muy digno país, la República democrática más antigua de toda Europa, donde creo que podré desempeñar algún tipo de actividad y generar unos beneficios tanto para las instituciones a las que solicito refugio como para mi mismo.

Esperando que tengan en cuenta mi humilde solicitud, se despide atentamente a la espera de sus noticias

Luis Pérez Armiño