lunes, 30 de abril de 2012

De guerrero a guerrero


Cuando comenzó la Guerra de Troya, Zeus les dijo a los dioses que se mantuvieran al margen del conflicto, pues era una cuestión que debían dirimir entre los hombres. Pero los dioses poseídos por un sentimiento más humano que el que correspondía a su condición divina, no pudieron refrenar su ímpetu y acabaron tomando partido por una de las dos facciones, pues eran muchos los lazos de afecto contraídos con los seres inferiores. Así Atenea, Hera, Poseidón y Hermes, entre otros, se decantaron por el bando aqueo y Ares, Artemisa, Afrodita y Apolo, ayudados por alguna deidad más, hicieron lo propio en el bando troyano.

Apolo sentía predilección por Héctor, el bravo caudillo troyano a quien llamaban el domador de caballos. Su valentía, su coraje y su temple a la hora de acaudillar a los troyanos, conmovía a la divinidad. En ocasiones interfería en los pensamientos del guerrero para infundirle valor y procuraba estar a su lado en la batalla para protegerle.

Fue Apolo quien indujo a Héctor a luchar con el bravo guerrero aqueo Áyax Telamonio, hijo del gran Telamón. Éste era uno de los grandes héroes griegos, dotado de una gran estatura y una descomunal fuerza, se decía que tan solo el bravo Aquiles, de entre todos los mortales, podía vencerle. Pero Apolo confiaba en Héctor y a sabiendas del duro golpe que podría asestar a las huestes aqueas si derrotaba al titán griego, le indujo a buscar el enfrentamiento con él.

Confiado en sí mismo, Héctor retó en combate singular al más bravo de los soldados aqueos, en aquel momento Áyax Telamonio, ante la ausencia de Aquiles, retirado del enfrentamiento por las divergencias mantenidas con Agamenón, caudillo de los griegos. Ambos guerreros se midieron cara a cara en una lucha cruenta. Pocas veces se había visto una exposición igual de coraje y valentía. La fuerza de Áyax era contrarrestada con la pericia del domador de caballos, no pudiendo, ninguno de los dos, someter a su adversario.

Durante un día entero se escuchó el inquietante ruido que provocaban las armas al encontrarse. Valorando la imposibilidad de derrotar al oponente, decidieron dar el combate por zanjado. Nobles y ecuánimes, ambos reconocieron la valía de su adversario. Tal fue la mutua admiración, que Héctor le obsequió con su espada y Áyax le correspondió con su cinturón.

Los dos caudillos volverían a encontrarse en combate en las playas troyanas, durante el asedio de los guerreros de Héctor a las naves aqueas. Quiso en esta ocasión la providencia que Áyax le acertara con una piedra, de mayor tamaño que el propio Héctor, dejándole maltrecho. Pero allí estuvo de nuevo Apolo, infundiéndole valor con el que escapar del infortunio.

Ni la protección del mismísimo Apolo fue suficiente para librar a Héctor de su destino, moriría después a manos del bravo Aquiles y con él las esperanzas de Troya. Curiosamente sería la espada de Héctor, de la mano del propio Áyax, la que sesgara su vida. Los dos se encontrarían de nuevo en el reino de Hades, quien sabe, si ya no rivales, sean buenos amigos.

domingo, 29 de abril de 2012

Dart y los dos errores. Primero, el que al final no fue...

La primera premisa asegura que la ciencia es humana; la segunda afirma que errar es humano; luego la ciencia puede, en ocasiones, equivocarse. A este silogismo simple habría que añadirle alguna consideración más cuando se dan las circunstancias que propician y favorecen el fallo en el planteamiento de las teorías o en la formulación de las hipótesis. Incluso, los datos pueden sufrir interpretaciones erróneas o, lo que es peor, ser objeto de explicaciones mal intencionadas que obedecen a diferentes propósitos. En definitiva, la ciencia es humana, muy humana, con sus debilidades y sus caprichos.

En el año 1922, un paleoantropólogo australiano, Raymond Dart, con plaza universitaria en Sudáfrica, hizo un espectacular descubrimiento en el país africano. Un cráneo de un individuo infantil, con algunos rasgos simiescos pero con ciertos detalles que hicieron al investigador sospechar. Inmediatamente, el fósil fue bautizado como el “Niño de Taung” por la localidad donde se había localizado. Dart comprendió que se encontraba ante una nueva especie que podría suponer un camino intermedio en el proceso evolutivo desde el simio al ser humano. La nueva especie fue designada como Australopitheco y presentada ante la sociedad científica. La primera respuesta que obtuvo fue el rechazo generalizado a su fósil.

Fue el racismo imperante en la primera mitad del siglo XX, los graves prejuicios raciales de una Europa empecinada en ser guía y luz espiritual del mundo civilizado, la que rechazó al “Niño de Taung” como el antecesor del hombre moderno. Era inconcebible, en la mentalidad europea del ingés post – victoriano, admitir que su “abuelo” fuese un africano que con toda probabilidad podría atreverse a ser negro, incluso. Por otra parte, el gran fraude de Piltdown había dado el privilegio del antecesor por antonomasia del hombre moderno a los europeos, algo más en consonancia con la realidad imperante en unos años 20 en que Europa se paseaba ama y señora de todo el orbe conocido y por conocer.

Dart debería esperar largos años a que los descubrimientos se sucediesen en Sudáfrica con nuevos restos fósiles en el año 1936 que daban credibilidad al Australopithecus como especie clave en el desarrollo del esquema evolutivo del humano moderno. Sólo entonces, se reconoció la labor del paleoantropólogo australiano. A partir de entonces, y sumando los descubrimientos de otros restos fósiles en el gran valle del Rift, en África oriental, se reconoció al continente africano como la cuna originaria y primigenia de la especie humana. Y fue este reconocimiento el que permitió reconsiderar las líneas de investigación en torno a cuestión tan compleja como el de la evolución humana. África podía ostentar con orgullo el título de “cuna de la humanidad”.

Y es que la ciencia es humana, demasiado humana. La ciencia de la evolución humana se había convertido en cruel campo de batalla. Y una vez que se despejaron las dudas sobre cuestiones relativas a creacionismos y demás intervenciones divinas, era más que evidente el papel de la evolución en el desarrollo de la especie humana, una especie más al fin y al cabo.
 
Luis Pérez Armiño

sábado, 28 de abril de 2012

Y eso que no iba a subir los impuestos…


Yo pensaba que nadie podía superar la incompetencia de la gestión socialista al frente del Gobierno, pues me equivoqué. El actual Gobierno, provisto además de una maldad sin precedentes, ha superado, en solo cuatro meses y con creces, las majaderías cometidas por el equipo socialista. Si los unos eran incapaces de aportar solución alguna, los otros si las aportan, pero en la dirección contraria. No es de sentido común que se facilite al empresario el despido de trabajadores y menos cuando el Estado no tiene dinero. ¿Pero no se han parado a pensar que con esta medida dejarán de recaudar una importante suma en impuestos? Parece ser que no, total, la diferencia se la van a cobrar a los mismos. Lo cierto es que los populares se vuelven socialistas cuando hay que recaudar dinero.

Este mes la tasa de paro se ha disparado hasta casi abrazar el 25% de la población en edad de trabajar. Es decir, que hay más parados, menos dinero que recaudar y más recortes para compensar. ¿Quién paga esos recortes?, pues los pocos que tienen un sueldo y que ya no les llega ni a mitad de mes. Pero a mal tiempo, aquí en España, otra borrasca. Toda aquella cantinela con la que nos machacaba las orejas nuestro adorado Mariano, versada en una negación absoluta a subir los impuestos, se la ha metido por el ***** de los *******. Los impuestos los subió según puso un pie en la Moncloa, no satisfecho con ello, ha vuelto a anunciar una nueva subida para el 2013.

Voy a intentar aclararme… Dice Mariano que no subirá los impuestos y se desdice dos veces. Asegura que se han puesto las medidas adecuadas para reconducir la situación y se desploma el paro. Va a ser que estoy más pendiente de ese baile que se trae de eses y zetas, que de lo que dice realmente y no me entero muy bien del tema, ¡vamos!, no me entero de nada, pues lo entiendo al revés.

Es muy indigno, incluso para un gobierno de derechas, seguir castigando a la población como lo está haciendo éste. No se puede hacer pagar al trabajador los errores que cometieron otros. Señor Mariano, yo le voy a decir de donde puede sacar dinero para que deje de p***** más al personal. Métale mano a la Iglesia, que se supone que está para favorecer al pobre y puede afrontar perfectamente cuantas subidas de impuestos le plazca a usted. Reduzca drásticamente el número de políticos e instituciones, pues hay demasiados y visto lo visto, no valen para nada, pero cuestan mucho dinero. Por último, pídale explicaciones a los bancos y entidades financieras, que se les dejó un dinero para que concedieran créditos y los créditos no se han visto, pero el dinero se lo han quedado.

Fíjese con que poquita cosa ya le he solucionado yo el problema del déficit. También le digo que deje de ahorrar tanto e invierta el dinero en trabajo público, para incentivar la economía y crear, a su vez, más puestos de trabajo, ya verá como a medio plazo sale usted recompensado en su política fiscal.

jueves, 26 de abril de 2012

Bismarck. El resurgir de una potencia. Parte II

Como habíamos comentado el viernes pasado, Bismarck había conseguido aislar y derrotar a los austriacos, convirtiendo a Prusia en la primera potencia del mundo germano. Pero la unificación alemana aún no era un hecho, había que salvar “un pequeño” rescoldo más…

El predomínio prusiano empezaba a causar recelo en la Francia de Napoleón III. Surge la rivalidad entre ambas potencias y las fricciones no tardarían en llegar. Comenzaban a tantearse y a reivindicar su poder con respecto al otro, tensando cada vez más la situación. El fantasma de la guerra comenzaba a vislumbrarse. Ninguno de los dos países trabajaba por la paz, dando por sentado que tarde o temprano habría guerra. Una persona deseaba especialmente el enfrentamiento, Bismarck. Sabía de sobra que para atraer a los estados alemanes del sur a la Confederación tendría que derrotar al país galo.

Francia era considerada una gran nación, pero vivía una situación muy delicada. Su política exterior, más concretamente en México, había resultado un desastre. Napoleón III en un acto irreflexivo, vistas las circunstancias, había favorecido la unificación italiana y la unión de toda la Alemania del norte. En cuanto a la política interior, las sucesivas actuaciones gubernamentales mostraban serias deficiencias. El reclutamiento había descendido, pese al servicio militar obligatorio, éste excluía a las clases dirigentes, lo que molestaba profundamente al pueblo. El ejército francés distaba mucho de la moderna milicia prusiana. Los republicanos presionaban al emperador en busca de reformas, que cediendo a las coacciones, concedió una nueva Constitución en 1870. Como resumen, se podía asegurar que la situación se le había ido de las manos al emperador francés. Pero el mayor fallo que cometieron, tanto Napoleón III como todos sus consejeros, fue el de menospreciar el poder de Prusia. A pesar de saber que la nueva Confederación era un estado moderno y desarrollado, a ningún miembro del gobierno se les pasó por la cabeza que Prusia pudiera derrotarles. Mientras, Bismarck les esperaba.

El Canciller continuaba con la labor de fortalecer las tropas para convertirlas en las más poderosas y organizadas de toda Europa. A pesar de haber tenido oportunidades suficientes para ir a la guerra, Bismarck prefirió ser cauto y conceder el tiempo necesario al ejército para que estuviese preparado.

El Canciller estaba convencido de que la guerra con Francia atraería a los estados alemanes del sur. Estos estados en ocasiones habían participado voluntariamente como satélites del país galo, pero el sentimiento nacionalista que se había ido arraigando en los últimos años les había alejado del mismo. Esta situación inquietaba profundamente en en el país, donde se temía, ante la posibilidad de un hipotético enfrentamiento con Prusia, que los estados alemanes del sur se unieran a la causa de la Confederación. Curiosamente, esa era la idea que manejaba Bismarck, el adherir los estados del sur a la nueva Alemania, aprovechando el enfrentamiento con Francia y así aislar definitivamente a Austria de la órbita germana.

La ocasión se le presentó a Bismarck servida en bandeja de plata. En España, una revolución había destronado a la reina Isabel II, quedando vacante el trono al que podía optar, por derecho, el primo del Káiser, Leopoldo de Hohenzollern. La Casa Real prusiana presentó formalmente la candidatura al trono español. Un sentimiento de pavor recorrió Francia, que todavía tenía en el recuerdo lo que significaba estar rodeado de sus enemigos y anunció que consideraría como una ofensa y una amenaza a su seguridad entronar un príncipe prusiano en España.

Ante la protesta francesa, los Hohenzollern rechazaron por tres veces la invitación a ocupar el trono español. A Bismarck, las decisiones de la Casa Real se le escapaban de las manos, pero lejos de desaprovechar tan deseada circunstancia, que permitiera entrar en guerra con Francia, manipuló subrepticiamente al gobierno español para que formulase una cuarta invitación, consiguiendo esta vez que Leopoldo aceptara.

Al conocerse la noticia, el 2 de julio de 1870, las reacciones no se hicieron esperar. Francia envía de forma inmediata a su embajador en Prusia, Benedetti, para reunirse con el Káiser, que descansaba por aquel entonces en el balneario de Ems. Benedetti exigió la retirada de la candidatura y tras la reunión el Káiser presionó a Leopoldo para que así lo hiciera. El 12 de julio Leopoldo renuncia formalmente a sus pretensiones a la Corona española. Francia se salió con la suya y Bismarck sufrió una enorme decepción.

Todo hubiese quedado así de no ser por la tenacidad francesa de probar a Bismarck. El gobierno francés volvió a enviar a Ems a Benedetti para que el Káiser les garantizara que en el futuro no habría más candidaturas de los Hohenzollern al trono español. El Káiser contestó cortésmente a Benedetti que no había razón alguna a lo que le pedía, puesto que Alemania ya había retirado formalmente su candidatura. Terminada la reunión, mando un telegrama a Bismarck, el famoso “despacho de Ems”, contándole lo sucedido y dio el tema por zanjado.

Cuando el Káiser, inocentemente, envió el telegrama al Canciller, desconocía lo que acababa de desencadenar. Frustrado  por los anteriores intentos fallidos, Bismarck no iba a desaprovechar la oportunidad que el propio Guillermo I le brindaba y “rediseñó” el telegrama. Desvirtuó el contexto de la reunión de tal modo que pareciese que Benedetti había violentado y presionado, de forma impropia en un embajador, al Káiser y que éste, en consecuente respuesta, había desairado al embajador. Con la mayor falta de escrúpulos que se pueda tener y un cinismo exacerbado, Bismarck había maquillado y tergiversado oportunamente un despacho real para satisfacer sus deseos de guerra. Una vez terminó de redactar el nuevo e incendiario telegrama, lo despachó a los periódicos para su publicación. Las consecuencias, según los planes de Bismarck, fueron terminates. En Alemania los partidarios de la guerra con Francia clamaron venganza. Francia, por su parte, declaraba la guerra a Prusia el 19 de julio de 1870.  

El próximo viernes el desenlace, la guerra franco-prusiana y la constitución del II Reich.

Temis, la olvidada


Cuando los dioses se revelaron a los griegos, estos conocieron a la Justicia, que atendía al nombre de Temis. Supieron que era la hija de Gea, diosa de la tierra, y de Urano, dios del cielo. También se percataron de su relacción con Zeus, padre del Olimpo. Algunos incluso afirmaron que fruto de ese amor nacieron las parcas o moiras, Cloto, la de la rueca, Laquesis, la del huso, y Atropos la de las tijeras. Sabían que Temis portaba una espada y una balanza que la otorgaba firmeza y ecuanimidad en sus decisiones y llevaba una venda en los ojos para que no hiciera distinciones entre humanos.

Cuentan que para asegurar su poder y demostrar que la Justicia está avalada por la fuerza, con el ánimo de que nadie caiga en tentación de violarla, se acompañaba de un León. También se sabe que hubo un tiempo que Temis residió en la tierra, pero horrorizada por la crueldad humana, se refugió en el cielo. Quedó así la tierra, momentáneamente desprovista de la Justicia.

El hombre, altivo y arrogante, no se ha conformado con su hado. Absorbido por su propia ignorancia se creyó sabio y a tal punto llegó su ego, que creó sus propias leyes, considerándolas como las únicas válidas. Aprovechó el ostracismo de Temis y usurpó su poder. La despojó de su venda y su ropa y puso la justicia a su servicio. El hombre se sintió divinizado, esclavizó al dios y de siervo se transformó en amo. Las leyes del hombre permitían matar a otros seres por placer, y llegaron a más, permitían, o por lo menos justificaban, que se matasen entre los propios hombres. Ya no era la ley de la naturaleza, ni siquiera del hombre, era la ley de los que estaban en el poder. Se beneficiaron de la ausencia de Temis para mancillar su nombre.

La impúdica humanidad ha secuestrado los poderes divinos, creyéndose con ello omnipotentes. Pero omiten que las deidades no están sometidas a Cronos, no tienen cuenta atrás y el tiempo resulta efímero. No hay presura en regresar a su sitio, pues lo harán cuando gusten. Olvidaron los seres humanos que al igual que Caronte retornará de su ostracismo, Temis hará lo propio, pues no hay poder humano que doblegue la voluntad de los dioses. Ese día los usurpadores conocerán el veredicto de Temis y las tijeras de Atropos.

miércoles, 25 de abril de 2012

Ingratitud, pródiga cefalea


Mucha gente estará en desacuerdo conmigo por lo que voy a decir, pero yo personalmente me siento indignado. La inmigración es un tema que levanta muchas ampollas sociales, pero al margen de mi opinión, no se puede obviar la realidad. Los inmigrantes vinieron cuando les llamamos, cuando vivíamos en el “mundo de la gominola”, y nadie quería ser camarero, ni albañil, ni agricultor, todos buscábamos un puesto de ministro.

Como pasa en todo el mundo, hay un pequeño número de impresentables que buscan ganarse la vida al margen de la ley. Pero eso sucede en todas partes, no es una cuestión de nacionalidades, y no se puede hablar de españoles, rumanos, magrebíes o ecuatorianos, con tanta ligereza. Sin embargo, hemos utilizado la coyuntura para acribillar a los inmigrantes. Craso error, pues la mayoría son gente de bien que han venido a España a buscar una vida mejor, algo, bajo mi punto de vista, muy loable. Les hemos utilizado en beneficio propio y ahora nos deshacemos de ellos.

Es cierto que ahora no hay trabajo para nadie, ¿pero resulta lógico echar a seres humanos de esta forma?, hay que ser muy poco agradecidos, muchas de estas personas forman parte de nuestra cultura. Se han españolizado y ahora les damos la patada…, ¡no tiene sentido!

Con todo esto, supongo que os halláis dado cuenta, me refiero a la última resolución de nuestro monarca, Mariano I “el Reformero”, de privar de atención sanitaria a los inmigrantes. Y no quiero erigirme como el “Robín Hood” de la inmigración, ya llevé muchos palos, años atrás, por luchar por los ideales que creía justos y cuando las cosas se ponían difíciles, siempre me quedaba solo. Simplemente es un hecho ético, de sentido común, o ¿nos hemos olvidado de cuando los españoles salíamos al extranjero a buscar trabajo?, es más, comenzamos a hacerlo de nuevo.

Por Dios, “todos tenemos hambre”, pero no dejemos que esto se nos vaya de las manos. Paremos esta sangría gubernamental. El español siempre ha sido una persona generosa y acogedora, no nos convirtamos en esos fantasmas del pasado, que acuden al nombre de fascistas.

Ante todo somos seres humanos y como tal hemos de comportarnos. Pidamos explicaciones a quienes las deben de dar, los políticos y las entidades bancarias, causantes de nuestras desdichas, que además, con toda falta de moral y ética, desvían el problema por otros lares. No nos dejemos manipular, atendiendo a un falso reclamo patriótico, que invita a proyectar nuestra frustración contra el más débil, eso es muy poco español. En vez de dividirnos, que es lo que quiere el poder, unámonos contra el auténtico enemigo, el leviatán.


martes, 24 de abril de 2012

Reyes y reinas. El cuento de Merce



Esta semana pasada ha salido a la venta un libro infantil titulado "Reyes y reinas. Un mundo de cuento", que me ha llamado la atención por la originalidad y talento con el que se ha redactado. No puedo por menos que emocionarme y rendirme ante el derroche de ingenio de algunos autores, ante esa manera grácil y refrescante de someter el lenguaje a su voluntad.  Por ello, he decidido dedicar el artículo de hoy a esta joven escritora leonesa, que además tengo el gusto de conocer personalmente.

La idea de Reyes y reinas surge de la fecunda imaginación de Mercedes Castillo, que ha contado, para llevarla a cabo, con el apoyo de Eolas ediciones y la colaboración de la ilustradora Graciela Fernández. Ilustradora y escritora, en perfecta sintonía, han dado vida a este hermoso proyecto que busca dos objetivos, familiarizar a los más pequeños con la lectura y acercarles, desde un punto de vista didáctico, a la historia del reino de León y sus protagonistas.

Mercedes, con sensibilidad e inteligencia, ha conseguido adaptar la ruda semántica del mundo medieval, jerigonza de guerras y conquistas, a un lenguaje cálido, cercano y objetivamente dilucidado. El argumento versa la historia del reino de León, contada desde una perspectiva desconocida para muchos, el mundo de la imaginación y la fantasía, que transmite con una sencillez envolvente y rítmica, sin abandonar en ningún caso el rigor histórico. Aunque el cuento esté orientado a los más pequeños, la realidad es que el buen escrito no entiende de edades, ni sexos, ni condiciones…, lo que es bueno es bueno, así de simple y por ello ha enganchado algún que otro niño grande, como el que aquí suscribe. A ello añadiremos que si Mercedes supo poner el verbo, Graciela Fernández hizo lo propio con la ilustración, transmitiendo con sus dibujos la mágica intensidad que el proyecto requería.

Pocos propósitos encontraremos tan interesantes como el de implicar a los pequeños en el fantástico mundo de la lectura. Y lo digo convencido, pues un libro desarrolla la imaginación, otorga sabiduría, concede satisfacción y alimenta el ánima. La joven escritora puede darse por satisfecha, pero no espere la misma complaciencia en aquellos que la hemos leído, poseídos por un gozo etéreo, reclamaremos, de vez en cuando, nuestra dosis de fantasía.

Si alguno desea adquirir "Reyes y reinas. Un mundo de cuento," puede hallarlo a la venta en la librería Universitaria de León y tengo entendido que, si no está ya, muy pronto lo estará en el resto de librerías de la ciudad. No obstante, supongo que a través de Eolas ediciones también se podrá adquirir. Merece la pena tenerlo.

Merce, la del cuento de los reyes y las reinas, te deseo una suerte que no vas a necesitar.





lunes, 23 de abril de 2012

Una pica, un llanto


Una madre lloraba a su hijo,
en la batalla había quedado,
el escudo, la pica y el yelmo,
lo que pudo ser recuperado

Murió como un héroe y así se lo expresaron,
¿para qué quiere una madre reconocimientos
sino puede compartirlos con el ser amado?

La explicaron los bizarros soldados
que se le ridieron dignas exequias
hasta que el fuego quedó apagado

-Murió como un valiente
y como tal fue agasajado,
otorgándosele los honores,
que merecía el muchacho

La impotencia se transforma en llanto,
pues no hay sentimiento más fuerte,
que el de una madre hacía su vástago

En el recuerdo queda el amor,
los besos, caricias y abrazos,
en el rostro el angustioso dolor,
fervientemente representado

-¿Dónde vas mi muy querido hijo?,
que tú nunca has sido marinero,
¡no cruces las aguas de Caronte
y aléjate del infernal barquero!

En la tétrica ribera del Estigia
aguardaba el bravo soldado,
preguntándose sinceramente,
qué sentido tiene ser laureado

Anhelaba complacerse de una vida
que otro guerrero le ha despojado,
poco importan los actos heroicos
para el que no puede disfrutarlos

Realmente si hay una cosa cierta
en este mundo triste y malvado,
los héroes perviven en el tiempo,
pero la osadía, cara la han pagado

Así pensaba el timorato joven
mientras estaba embarcando,
en aquel lúgubre y viejo bote
que habría de llevarle al otro lado


sábado, 21 de abril de 2012

Al sur de Venus


Este es el nombre de una exposición que, precisamente, este 22 de abril, cerrará sus puertas en el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira. La muestra tomaba como discurso expositivo la narración de un periodo de especial interés arqueológico: el Gravetiense. Dentro de las periodizaciones establecidas por los expertos para describir las diferentes culturas o fases del Paleolítico, el Gravetiense se corresponde con uno de los momentos iniciales del Paleolítico Superior.

La exposición temporal se articulaba de tal manera que trataba de ofrecer la visión más completa posible y de acuerdo a las últimas investigaciones sobre este periodo concreto. Su importancia radica en la luz que se puede arrojar sobre uno de los puntos más controvertidos de la actual investigación prehistórica: la transición del Paleolítico Medio al Superior.

El Paleolítico Superior supuso la aparición del hombre moderno en escena, del Homo sapiens, que sustituye en Europa a las poblaciones neandertales. La irrupción del hombre moderno se acompañó de nuevas industrias líticas, el aprovechamiento de nuevos recursos o la aparición de signos evidentes de vida espiritual. Sin embargo, actualmente, dos tendencias se contraponen respecto a la transición Paleolítico Medio – Superior: implica un periodo de continuidad o se dio una ruptura brusca.

El Gravetiense se desarrolló de forma aproximada hace entre aproximadamente 29.000 y 20.000 años, extendiéndose por toda Europa. En las zonas centrales y orientales del continente este momento supuso una época de especial esplendor cultural. Se han localizado asentamientos poblaciones estacionales caracterizados por su enorme complejidad. En ellos, se utilizan los restos óseos del mamut para formar las estructuras habitacionales (Pavlov, en la antigua Checoslovaquia). 

Pero uno de los hallazgos más espectaculares de este periodo son las denominadas Venus. Se trata de figurillas antropomorfas femeninas realizadas con barro o con piedra. Suelen llamar la atención por sus voluptuosas formas, en las que se destacan especialmente los atributos femeninos mientras que apenas se presta atención a los rasgos faciales. Entre las más conocidas, la de Willendorf, la de Lausell… Se han localizado en toda Europa, desde oriente hasta Francia. Sin embargo, en la península Ibérica no se ha localizado ningún ejemplar de estas misteriosas Venus.

Son muchas las interpretaciones que han surgido sobre este tipo de figurillas y las teorías se han abordado desde los más diversos puntos de vista. Sin embargo, como todo aquello referido al arte paleolítico, es imposible establecer de forma precisa y cierta qué significaban. Lo único que parece evidente es que se trataba de algún tipo de figuras rituales. Sin embargo, el misterio sigue envolviendo a esta Venus, ofreciéndonos como única posibilidad poder admirarlas sabiendo que nunca seremos capaces de desentrañar su último sentido.

Luis Pérez Armiño


Cuando dije digo, digo Diego


Hace unas semanas había comentado que iba a escribir un libro con los artículos de historia, lo estoy haciendo, y que no iba a colgar más artículos de ese tema hasta terminar el libro. El viernes es siempre es un mal día para colgar artículos. Pero me he fijado que el día que dejé de hacerlo bajaron las visitas ostensiblemente, necio de mí no hice caso.

En todo esto, y yo pensando que el viernes era mal día para colgar artículos, llegó Luis al ostracismo de Caronte. Historiador nato, me propuso hacer en conjunto artículos de historia. El primero fue Alfonso VII, ese viernes tuvimos muchas visitas. Después vino el desastre del Annual, donde las visitas fueron todavía mayores. Ayer con Otto von Bismarck se batieron todos los records de visitas un viernes, ¡ha sido increíble!

Parafraseando la ya célebre frase “lo siento mucho, me he equivocado”, entono el mea culpa y prometo, en la medida de lo posible, colgar cada viernes un artículo de historia. También os recuerdo que tenéis un enlace para que dejéis vuestras sugerencias, alguno lo habéis utilizado, pero tiene una funcionalidad más decorativa que otra cosa...

Dicho esto, participar un poco más. El próximo viernes viene la segunda parte de Bismarck y Luis y yo estamos preparando nuevos artículos, pero me gustaría que os implicarais dando opciones. Por lo demás he cogido la indirecta, seguirá habiendo artículos de historia todos los viernes que sea posible. Gracias por vuestra absoluta fidelidad que hace posible que el ostracismo de Caronte pueda seguir funcionando.

viernes, 20 de abril de 2012

Bismarck. El resurgir de una potencia. Parte I


Alemania nace en un contexto histórico convulso, de revoluciones y cambios sociales que van a favorecer la unión de los disgregados estados del mundo germano. Una Francia de rumbo incierto y una Gran Bretaña volcada en su política imperial y al margen de los asuntos europeos, permitieron el resurgimiento del mundo germano.

Bismark es, a todos los efectos, una de las personalidades más apasionantes que un amante de la historia se puede encontrar. Manipulador, falto de escrúpulos y “temiblemente” inteligente, llevó a las últimas consecuencias la máxima del fin justifica los medios. Las prioridades de Bismarck seguían este riguroso orden: encumbrar su propia persona, la grandeza de los Hohenzollern y el esplendor de Prusia.

Convencido conservador, procedía de una familia de Junkers, pequeña aristocracia brandenburguesa. Como buen propietario, tenía entre sus intereses preservar sus posesiones y estatus, además de favorecer el engrandecimiento de su país. Había considerado la idea de una Alemania unida mediante las anexiones de los distintos estados, pero el devenir político le condujo por otro camino.

Cuando el 22 de septiembre de 1862 Otto von Bismarck es nombrado primer ministro de Prusia, se encuentra con una Alemania desunida y que no dista mucho de la situación imperante en la edad media. Un puzle de estados independientes, unidos por una frágil confederación liderada por Austria-Hungría. Confederación que a vistas de efecto carecía de poder real.

Con el tiempo se había conseguido constituir una unión aduanera, cuyo espíritu era el de protegerse mutuamente en las transacciones comerciales. La unión recibió el nombre de Zollverein y tenía como eje principal a Prusia. El Zollverein aglutinaba a la mayoría de los estados alemanes, pero con una excepción importante, Austria-Hungría. La unión aduanera permitió salir del atraso económico que arrastraban los estados alemanes y favoreció la industrialización prusiana. Esta era la base de la que se partía hacia la futura unidad alemana.

Bismarck consideraba a Austria, la gran potencia del marco germánico, como el mayor obstáculo en su camino hacia la unificación. El desarrollo industrial y la unificación alemana solo podrían entenderse a expensas de los austriacos, que no iban a permitir bajo ningún concepto "un nuevo gallo en su gallinero". El Canciller de Hierro tenía muy clara la estrategia a seguir, había que neutralizar a los austriacos, pero necesitaba aislarlos del resto de Europa si esperaba tener alguna opción de victoria. Contaba a favor de los prusianos el proceso de industrialización en el que se habían sumido. Austria, por el contrario, llevaba mucho tiempo en franca decadencia. Aún a pesar de ello, seguía siendo la potencia referente en el centro de Europa.

Bismarck puso en marcha su maquiavélico plan. Se ocupó de que el Zar de Rusia pensase que él era el único estadista dispuesto a ayudarle y que Prusia era un país amigo. El otro gran escollo en sus planes, la Francia de Napoleón III, también fue solventado con cierta facilidad, garantizándose el apoyo galo. En lo que respecta a Gran Bretaña, inmersa en su política imperial, no suponía obstáculo alguno. Bismarck tenía las manos libres para actuar.

La primera oportunidad para demostrar el poderío prusiano vendría con el conflicto de Schleswig-Holstein. Estos dos ducados pertenecían a la Corona danesa, aunque no había hecho efectivo ese derecho. Los ducados incluían una importante minoría de población alemana que ansiaba unirse a la Confederación Germánica. Cuando subió al trono Christian IX de Dinamarca informó de su intención de incorporar el Scheswig, con todos sus alemanes, a sus posesiones. La respuesta germana fue inmediata y Austria y Prusia se pusieron a la cabeza de la Confederación Germánica, obligando a Christian IX a ceder los dos ducados, que pasarían a ser controlados en conjunto por las dos potencias germanas. Bismarck deseaba que Austria no hubiese entrado en el conflicto de los ducados, pues su verdadera intención era la de anexionárselos.

La necesidad de desembarazarse de Austria era imperiosa para llevar a cabo la unificación y, como ya he anotado, se habían puesto las bases necesarias para aislarla del resto de las potencias. Bismarck había cautivado a Napoleón III, además Francia tenía serios conflictos internos, a lo que hay que sumar que parte del ejército se encontraba en tierras mexicanas. Las conversaciones con el recién fundado reino de Italia fueron orientadas a la cuestión de Venecia, en manos de Austria, y cuya soberanía reclamaba Italia. Los rusos, por su parte, tenían sus propios problemas y mucho resentimiento hacia Austria, derivado de la guerra de Crimea, además, Bismarck había causado buena sensación al Zar y contaba con el beneplácito de Rusia.

Con los estados alemanes, el Canciller utilizó el cinismo político que le caracterizaba y se presentó como un demócrata, proponiendo que la Confederación Germánica tuviese una cámara popular elegida por sufragio universal masculino, desacreditando de esta forma a la autoritaria Austria. Sabía de sobra que el pueblo alemán nunca se iba a congraciar con los capitalistas liberales, ni con las estructuras de gobierno existentes en los estados alemanes, ni mucho menos con los Habsburgo. Manipuló y utilizó la democracia por interés propio. Hay que reseñar que, como aristócrata conservador que era, sentía desprecio por los demócratas.

A Bismarck solo le restaba esperar el momento oportuno y se presentó a raíz de la disputa de los ducados de Schleswig-Holstein entre los estados alemanes. Austria pretendía llevar el asunto a la dieta federal alemana, pero Bismarck desacreditó a la dieta, acusó a los austriacos de agresión y ocupó el Holstein. Austria se alzaba en armas contra los prusianos y siguiendo los mismos designios, gran parte de los estados alemanes declaraban la guerra a Prusia.

La innovadora estrategia, la disciplina del ejército prusiano, el fusil de aguja, capaz de hacer cinco disparos por minuto, algo innovador en la época, el uso del ferrocarril y la genialidad de von Moltke, demostraron al mundo que había que tener en cuenta a Prusia. El ejército prusiano asestó un duro golpe a Austria en la batalla de Sadowa, el 3 de julio de 1866. Inmediatamente después, Prusia se encargaba de aniquilar la resistencia del resto de estados hostiles. Siete semanas bastaron para destruir, de forma definitiva, el poder de los Habsburgo. Prusia se convertía en la gran potencia dentro del marco germano.

En un acto de destreza, Bismarck se encargó de agilizar la firma del tratado de paz, queriendo restar importancia al asunto de cara al resto de Europa y dando a entender que se había tratado de un simple disentimiento entre alemanes. Pero con “este pequeño disentimiento”, Prusia había extendido sus fronteras de forma considerable a expensas de Schleswig-Holstein, Nassau, Hesse-Cassel y la ciudad libre de Francfort, que fueron anexionadas por Bismarck. La Confederación Germánica quedaba disuelta. En el año de 1867 se organizó la Confederación Alemana del Norte que reunía, bajo directrices prusianas, a otros veintiún estados más. Quedaron excluidos de la Confederación los estados al sur del río Main.

La recién constituida Confederación Alemana del Norte contaba con un presidente, el Káiser Guillermo I de Hohenzollern, y un canciller, Otto von Bismarck, que eran asesorados por un Consejo formado por los gobernantes del resto de estados. El parlamento o cámara baja, el Reichstag, era elegido por sufragio universal masculino y en él quedaba representada la población. Se contaba también con una cámara alta en representación de los estados. Es importante señalar que ahora existía un gobierno centralizado que controlaba el comercio y la moneda, además de dirigir tanto la política exterior como el ejército.  Los dominios de la Confederación Alemana del Norte aglutinaban a más de veinticinco millones de habitantes. Cuando Europa quiso darse cuenta, el poder de Prusia era más que respetable.


jueves, 19 de abril de 2012

Requiem por un pintor


Existía un muchacho, de humilde cuna, que gustaba de expresarse a través del pincel. Sus vecinos disfrutaban, cuando la faena lo permitía, viéndole la soltura con la que manejaba el pincel. Cariñoso y entrañable, el muchacho se había ganado el afecto de sus vecinos. Fascinados con la belleza trasmitida por los lienzos, a pesar del esfuerzo que les suponía, le iban comprando al talentoso muchacho la obra que producía. Con ello, todos felices, los unos disfrutando de la belleza del arte en sus propios hogares, el otro librándose de labrar las ingratas tierras y viviendo de aquello que más le gustaba.

El talento del joven autor se extendía por los alrededores y teniendo un precio asequible al bolsillo del plebeyo, cada día eran más los que le encargaban una obra. Ante la multitud de solicitudes, el joven no daba abasto, llegando a acumular una notable lista de espera. Mas nuestro protagonista exultaba felicidad, pues nunca hubiese imaginado que su creatividad causara tal impacto.

Estando un día en una de las colinas que circundaban la ciudad, inmortalizando el paraje que le vio nacer, se le acercó un noble caballero, que ya había oído hablar de él y que la casualidad quiso que se encontraran. Poseído por una curiosidad irrefrenable y sin decir palabra, se sentó a mirar como el joven daba forma a sus pensamientos. El joven, visiblemente ruborizado, siguió con su cometido, a pesar de que le costó centrarse con tan ilustre espectador.

Cuando el sol comenzó a esconderse en el horizonte, el muchacho empezó a recoger el material. Fue entonces cuando el noble señor se dirigió hacia él y le dijo. – ¿Sabes qué tienes buena mano para la pintura?

-Bueno, hago lo que puedo- contestó el muchacho.

-Pues lo haces muy bien. ¿Te gustaría hacerme un retrato?

-En realidad, tengo muchos encargos por hacer.

-Te pagaría diez veces más que lo que sueles cobrar por obra- Le espetó el flamante caballero. –Acude mañana al palacio de Sívaliz, a eso de las diez y hablamos.

-Allá estaré, Señor.

Al día siguiente se puso manos a la obra con el retrato de su nuevo cliente, descuidando los compromisos adquiridos anteriormente. No había terminado el retrato y el noble ya le había encargado otro de su mujer. Cuando terminó el primero de los trabajos, el noble lo enseñó a los amigos, que entusiasmados, quisieron tener el suyo propio. De esta forma tan absurda, comenzó la estúpida moda de tener un retrato de nuestro joven pintor. Su obra, efecto de la rivalidad entre señores, comenzó a revalorizarse increíblemente. Así, tres meses después de haber conocido al noble, se había convertido en un hombre acaudalado.

Sin embargo, no encontraba la felicidad en este nuevo mundo postinero y superficial. Antes pintaba lo que quería, y ahora solo retrataba rostros embrutecidos de ego y envidia. Había perdido el contacto con la gente que realmente le quería, pues se trasladó a un barrio pudiente. Notaba como su creatividad se difuminaba a pasos agigantados y se iba convirtiendo en un mero copista. Ansiaba, sin duda, recobrar su libertad, pero la riqueza tiene un poder atenazador del que es difícil escapar.

Después de mucho tiempo, decidió darse un día libre. Aunque borracho de éxito, no había dejado de ser una persona de nobles sentimientos y decidió dedicarse a visitar a sus antiguos amigos. Esperaba que, aun a sabiendas de que no les cumplió los encargos, entendieran su situación, pues es lícito en el ser humano el intentar prosperar. Sin embargo, se encontró un ambiente totalmente hostil. Aquellos que antes se deshacían en elogios y le colmaban de cariños, ahora torcían la cara cuando le veían llegar.

Extrañado por lo que él consideraba como una actitud desproporcionada, decidió visitar a su antiguo vecino, el anciano de la puerta de al lado, que siempre le había tenido gran cariño y le consideraba como su propio hijo. Cuando le abrió la puerta el hombre le puso un rostro áspero y frio, pero le pudo lo mucho que quería al muchacho y se desmoronó. Le invitó a pasar, enterraron las divergencias, charlaron, como antaño, de las cosas de la vida y pasaron una hermosa velada.

Pero el muchacho no había olvidado el asunto principal de su visita, no queriendo estropear el momento decidió dejarlo para el final. Cuando éste llegó, preguntó al anciano. –Decidme, pues no llego a comprender, cual es la razón de tal inquina por parte de aquellos que consideraba amigos.

-Debes comprender muchacho su postura -dijo el anciano. -Tú representabas la belleza en ese mundo cruel y despiadado que les lleva a trabajar de sol a sol para poder mantener a sus familias. Un día desapareciste, privándoles de aquello que les reconfortaba. Luego se enteraron que trabajabas para aquellos que les han condenado a esa vida de sufrimiento.

-¿Realmente es para odiarme así?, ¿tal es el mal que he hecho?-. Replicó el muchacho.

-Hijo, nunca te faltó la comida, pintabas lo que querías, la gente te estimaba, eras feliz, y lo mejor de todo, hacías felices a muchas personas.  Por lo que me has contado ahora tienes mucho dinero, pero no dispones de tiempo para disfrutarlo, pintas lo que te ordenan y no eres más libre que el resto. Dime entonces ¿qué has ganado con el cambio?

-Reconocimiento, una posición mejor.

-No eres capaz de ver la realidad. No hay mayor reconocimiento que el esfuerzo que esta gente ha hecho para comprarte un cuadro, para reconocer que debías explotar esas cualidades artísticas en vez de trabajar en el campo. A eso yo le llamo reconocimiento. Pero aquellos que en su día te reconocieron como el gran artista que eres, ahora te ven como un vendido, alguien que les ha dado de lado. Es más, joven pintor, no hables de reconocimiento por parte del rico, para ellos solo eres una moda.

-¿No es egoísta, cruel e injusto el juicio que haces? Yo siempre os he llevado en mi corazón y esa deferencia que tuvieron conmigo no les otorga el derecho a que me crea en deuda con ellos eternamente-. Respondió exaltado el artista.

-Yo solo te doy mi versión, tú eres el que debes valorar la situación y tomar decisiones.

Ese día, nuestro joven lloró toda la noche, pero eran lágrimas de despedida, pues nunca más regresó al mundo que le vio nacer y crecer. Fue un pintor de éxito, pero como vaticinó el viejo, un día dejaron de comprarle cuadros. Murió solo y pobre.

miércoles, 18 de abril de 2012

Demografía desvirtuada


Se ha analizado y debatido con profundidad sobre las consecuencias actuales o inmediatas derivadas de la crisis en nuestro país. Sin embargo, no se ha incidido con la misma intensidad en estas mismas consecuencias a medio y largo plazo y hay una particularidad que a mí, personalmente, me preocupa, la demografía.

Los índices de natalidad en España son de los más bajos del mundo. Esta situación se ha mitigado con el aporte poblacional derivado de la inmigración. Aun así, la población mayor de sesenta años es preocupantemente numerosa. No en vano, la solvencia del Estado, a la hora de poder pagar las pensiones en un futuro próximo, ha sido más que cuestionada. Incluso uno de los ministros del antiguo gobierno llegó a sugerir a la población la opción de hacerse un plan de pensiones.

La situación actual es la de una España que comienza a perder población. Hay un nutrido grupo de inmigrantes que, en vista de las perspectivas, han decidido regresar a sus lugares de origen o han puesto la vista en otros países europeos. Lo peor de todo es que la propia población española, ante la imposibilidad del Gobierno de garantizar estabilidad económica, ha optado por hacer las maletas y labrarse un futuro allende las fronteras. Este grupo está formado mayoritariamente por trabajadores especializados, jóvenes con estudios superiores que no encuentran salida en el mercado nacional.

En definitiva, la realidad española es la de un país con un índice de natalidad preocupantemente bajo. A esto hay que sumarle el éxodo de jóvenes en edad de procrear. Por si fuese poco, los que han decidido quedarse no cuentan con los medios idóneos para formar una familia. La tónica general imperante entre la población viene condicionada por un futuro incierto y una mala previsión a la hora de garantizar el sustento a un hijo. Esta situación me recuerda mucho, salvando las diferencias, a la crisis demográfica del siglo XVII. En aquel caso nos encontrábamos con una España agotada social y económicamente por la política hegemónica. Sucesivas bancarrotas, hambrunas, pestes, nulas perspectivas de futuro, contribuyeron a que la demografía se redujera ostensiblemente. La población joven ante la necesidad de comer buscó refugio en el sacerdocio. Los que obtaban por casarse, al no tener los suficientes recursos para poder formar una familia, lo hacían en edades avanzadas, cuando lograban ahorrar algo, limitando la edad fértil de la mujer y por lo tanto el número de hijos. Eran otros tiempos y circunstancias, pero las similitudes son claras.

Si miramos al futuro, tal y como vamos encaminados, llegará el día en el que habrá el mismo número de jubilados que de trabajadores, situación insostenible desde el punto de vista económico. Si el presente o el futuro inmediato son inciertos, no quiero ni pensar como será la España de dentro de treinta años sino se ponen todos los medios para darle un giro de 180º a la situación. Pinta feo y quizás haya llegado el momento de hacerse un plan de pensiones, por lo que pueda pasar…